Mateo 4:19 registra las palabras de Jesús a sus primeros discípulos:

“Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.”

Jesús estaba hablando a pescadores que se convertirían en sus discípulos. Su ocupación (y su preocupación principal) era la pesca. Jesús les exigió una reorientación de perspectiva: como discípulos suyos, debían priorizar pescar personas por encima de pescar peces. Aquellos primeros discípulos dejaron sus redes y lo siguieron.

Jesús no llama a todos los creyentes a dejar su ocupación secular para entrar en el ministerio vocacional a tiempo completo (aunque sí llama a algunos). Pero lo que sí hace es llamar a todos los creyentes, sin importar su ocupación, a ser “pescadores de hombres”, es decir, a dedicarse a compartir el evangelio con otros.

Entonces, ¿cómo podemos ser más fieles en nuestro testimonio? Usando la imagen de un cuerpo, reflexionemos en cinco aspectos:

1. La cabeza de un testigo fiel

Un testigo fiel debe entender y creer ciertas verdades:

  1. Debe creer que las personas perdidas están realmente perdidas.
    La Biblia nos recuerda que, en última instancia, solo hay dos categorías de personas en el mundo: salvos y perdidos. Los que no conocen a Cristo están pereciendo (Juan 3:16). Están separados de Dios y destinados al infierno si mueren sin Él.

  2. Debe creer que la fe explícita en Cristo es la única forma de ser salvo.
    Lo sabemos porque aceptamos la veracidad de la Biblia. Jesús es el único camino al Padre (Hechos 4:12).

  3. Debe conocer el mensaje del evangelio, que se resume así:

    • Un mensaje sobre Dios (el Creador santo y amoroso).

    • Un mensaje sobre la humanidad (creada a imagen de Dios, pero caída y pecadora).

    • Un mensaje sobre Cristo (el Redentor misericordioso: su persona y obra).

    • Un mensaje sobre la respuesta necesaria (arrepentimiento y fe).

  4. Debe creer que el evangelio es poderoso para salvar a cualquiera (Romanos 1:16). No debemos “decir que no por ellos” ni prejuzgar a las personas como si fuéramos “inspectores de suelo” en la parábola del sembrador. Nuestra labor es sembrar ampliamente la semilla del evangelio.

2. El corazón de un testigo fiel

En el corazón de un testigo fiel hay amor por Cristo. John Stott señaló que nuestro silencio culpable al evangelizar se debe a que no amamos lo suficiente el nombre de Jesús como para no soportar verlo ignorado.

Mateo 12:34 enseña: “De la abundancia del corazón habla la boca.” Si no compartimos el evangelio regularmente, no es un problema de boca, sino de corazón.

El corazón también debe tener compasión por los perdidos (Mateo 9:36). Los no creyentes no son el enemigo, sino víctimas del verdadero enemigo, Satanás. La falta de compasión de Cristo es una de las principales razones por las que fallamos en testificar.

3. Los ojos de un testigo fiel

Jesús nos dice en Juan 4:35: “Levanten sus ojos y miren los campos, que ya están blancos para la siega.” Debemos pedir a Dios que nos ayude a ver a quienes nos rodean y necesitan a Cristo.

Podemos pensar en círculos concéntricos de evangelismo: familia, parientes, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos y personas que aún no hemos conocido pero que Dios pondrá en nuestro camino.

4. Los pies de un testigo fiel

Un testigo fiel aprovecha las oportunidades (Colosenses 4:5). No esperes un momento perfecto para hablar; aprovecha cualquier momento que Dios te dé.

5. La boca de un testigo fiel

No podemos ser testigos silenciosos. El evangelio no se comunica solo con la vida; requiere palabras. Nuestra vida no es el evangelio. Debemos verbalizarlo (Romanos 10:14-15, 17).

Como dijo D.L. Moody a un crítico de sus métodos: “Creo que prefiero la manera en que yo lo hago a la manera en que tú no lo haces.” El punto no es discutir métodos, sino usar uno y actuar.

Conclusión

Si quieres ser un testigo más fiel, reflexiona sobre estos cinco aspectos: la cabeza, el corazón, los ojos, los pies y la boca de un testigo fiel. Respondamos al llamado de nuestro Señor a ser pescadores de personas.