Nada podría ser más importante que la manera en que nos llevamos con el personal pastoral y demás miembros del equipo de la iglesia. Si estás en una iglesia en crecimiento y empiezas a contratar personal, vas a tener otros pastores, personal administrativo, y quizás personas que trabajan en el edificio, desde un pastor asociado o líder de adoración hasta un conserje o administrador del edificio. Si vas a servir bien al Señor, necesitas saber cómo tratarlos, llevarte bien con ellos y respetarlos. Hay algunas cosas que he aprendido con los años que me han ayudado a dirigir, ser amigo, animar y servir al Señor junto con mi equipo.

Sé una persona de convicciones

Una cosa que te diría es que seas alguien de convicciones. No quieres que nadie que trabaje contigo se pregunte qué crees respecto a temas importantes del momento, y específicamente sobre tu eclesiología y cómo deben funcionar las cosas en la iglesia. Creo que el liderazgo genuino siempre surge de convicciones. Realmente no puedes liderar si no tienes convicciones. Tu liderazgo debe basarse en tus creencias y convicciones fundamentales. En una época, por ejemplo, en la que enfrentamos tantos temas sobre sexo y género, no puedes permitir que el personal adivine qué piensas al respecto o cómo enseñarías sobre esos temas. Debes ser muy, muy claro y firme en tus convicciones.

Sé predecible

Además, necesitas ser predecible. A veces, la gente piensa que ser predecible es algo negativo. Yo opino exactamente lo contrario. Creo que la previsibilidad es una de las mayores marcas del buen liderazgo, porque cuando eres claro en tus convicciones y muy predecible en tus reacciones y tu carácter, eso significa que las personas saben cómo tomar decisiones incluso cuando tú no estás presente. Si los que trabajan conmigo están en una reunión preguntándose qué pensaría yo sobre un tema, eso significa que he fallado porque no he sido claro con mis convicciones. Por ejemplo, quiero que mis pastores asociados sepan que ciertas cosas no me molestan, para que no se preocupen innecesariamente. Quiero que sepan que busco ser constante, no solo en mis convicciones, sino también en mis reacciones. Creo que los pastores deben eliminar la volatilidad de su ministerio. No necesitas estallar ni reaccionar impulsivamente. No quieres ser esa clase de persona. Quieres ser sereno y tranquilo. Mi lema es: “nunca dejes que huelan miedo o enojo en ti”, porque eso pone nerviosa a la gente. Pero cuando eres claro, de convicciones firmes y predecible, les das poder para actuar con libertad incluso en tu ausencia.

Sé claro

También necesitas ser claro en cuanto a las expectativas. Habla con ellos sobre cómo quieres que traten a los miembros de la iglesia. Habla sobre cómo quieres que vivan su propio caminar con el Señor. No puedes asumir que eso ya lo saben. Habla con ellos sobre cómo quieres que traten a las mujeres con respeto, que mantengan relaciones piadosas, que manejen bien el dinero y vivan irreprensiblemente. Debes hacer de esto una prioridad y un tema habitual de conversación. Cuando eres claro con las expectativas, puedes hacer que rindan cuentas. Pero honestamente, cuando tienes buen personal y eres claro con lo que esperas, las personas suelen comportarse de acuerdo a esas expectativas, para bien o para mal. Coloca la vara alta. Vive tú mismo conforme a ese estándar. No les pidas lo que tú no haces. Sé un modelo de lo que esperas. Sé claro y dales autoridad para actuar. No estés constantemente supervisando cada detalle cuando les das una tarea. Me gusta asignar una responsabilidad y confiar en ellos. No necesitamos estar hablando de todo a cada rato, a menos que no estén cumpliendo.

Sé alentador

Dios me ha bendecido con personas maravillosas. Los hombres y mujeres que trabajan conmigo en el Seminario Southern y en la iglesia Buck Run Baptist son increíbles. Creo que soy claro con mis expectativas, y ellos son claros en cómo las cumplen, porque están capacitados y confío en ellos. Creo que la confianza es parte fundamental de cualquier relación. Ellos deben poder confiar en ti, y tú en ellos. Si no es así, hay un problema que debes resolver, porque simplemente no se puede trabajar mucho tiempo junto a alguien en quien no confías.

Anímalos. Agradéceles. Como pastores, debemos tener en nuestro vocabulario frases como: “Gracias por hacer eso”. Eso alimenta sus almas. Y he notado que cuando reconoces que alguien está haciendo bien las cosas, suele seguir haciéndolas bien. Siempre reproducimos lo que honramos. Así que honra su buen trabajo. Eso los motiva a seguir haciéndolo bien.

Otro principio clave es poner sus necesidades por encima de las tuyas. A todos los que trabajan conmigo les digo que me alegra que estén aquí y espero que se queden mucho tiempo. Pero si algún día me dicen que esto ya no les está funcionando, o que quieren buscar otro lugar o trabajo, no necesitan ocultarlo de mí. Yo los voy a ayudar a encontrar el lugar donde quieran servir. Soy su aliado. A menos que hayan hecho algo deshonroso, los voy a ayudar. Incluso si no quiero que se vayan, incluso si han sido una gran bendición para mí. Tendré esa conversación con ellos. Les diré que no quiero que se vayan, pero si eso es lo que desean, voy a permitir que lo hagan.

También, nunca penalizo a alguien por hacer bien su trabajo. Si alguien ha sido excelente en su posición y se abre otra oportunidad —incluso dentro de nuestra misma iglesia— y esa persona realmente quiere ese puesto, no les digo que no pueden irse porque están haciendo muy bien lo que ya hacen. Si revisas la historia de los pastores que han trabajado conmigo en Buck Run, muchos comenzaron como internos, luego obtuvieron un puesto permanente, y de ahí pasaron a ser pastores. Mostraron aptitudes para eso, y quise capacitarlos y empoderarlos. Si vienen y me dicen que hay una posición en otro estado para la que les gustaría ser considerados, no me ofendo. No me siento herido. Me convierto en su defensor y digo: si eso es lo que quieres, te voy a ayudar.

En el futuro, las personas que trabajen contigo hablarán con aquellos que han trabajado contigo en el pasado. Quiero que todos ellos puedan decir que los traté con honor y respeto. Eso te ayuda a cumplir tu labor. Y cuando tratas a las personas de esa forma, trabajas junto a ellas. Pastorean juntos. Cuidan juntos del rebaño. Y eso te ayuda a pastorear bien.