Construyendo una Misiología Bíblica
MI OBJETIVO EN ESTE ARTÍCULO ES ESTABLECER UNA DEFINICIÓN BÍBLICA DE LAS MISIONES, EL PROPÓSITO POR EL CUAL ENVIAMOS MISIONEROS Y LO QUE LOS MISIONEROS HACEN—LA MISIÓN MISIONERA.
¿Qué son las misiones?
¿Qué son las misiones? ¿Quién es un misionero? ¿Dónde sirven los misioneros? ¿Cómo realizan su labor? ¿Por qué son importantes las misiones? Estas son preguntas esenciales para la iglesia y los misioneros que ella envía. Esta serie de artículos breves tiene como propósito ayudarte a construir una base de misiología bíblica, un entendimiento de la misión de Dios para su iglesia basado en su Palabra. El texto bíblico central para esta base es Romanos 1:1-6 y Romanos 15:18-22. Primero, ¿qué son las misiones?
¿Qué son las misiones?
Términos como misión, misiones y misionero han sido problemáticos durante mucho tiempo, o al menos, tienen numerosas y variadas definiciones. Algunos limitan las misiones a quienes cruzan barreras culturales o lingüísticas. Otros asignan todo tipo de preocupaciones sociales y ecológicas a las misiones, insistiendo en que temas como la justicia social, la trata de personas y el cambio climático son parte de las misiones cristianas. Otros afirman que todo es misión y que todos son misioneros.
En el uso cotidiano, misión se refiere a una tarea significativa, pero para el bien de la iglesia, necesitamos definir con claridad los parámetros de esta labor. Mi objetivo en este artículo es establecer una definición bíblica de las misiones, el propósito por el cual enviamos misioneros y lo que los misioneros hacen: la misión misionera.
Basándonos en Romanos 1:1-6 y Romanos 15:18-22, la misión misionera es:
“para llevar al obediencia de la fe a todas las naciones por causa de Su nombre, comenzando donde Cristo no ha sido anunciado, para que vean los que no habían tenido noticia de Él, y los que no habían oído, comprendan; para la gloria de Dios” (Romanos 1:5, 15:20-21, NBLA).
En esta serie, analizaremos varios elementos de esta definición, pero por ahora, quiero enfocarme en dos aspectos de la misión misionera:
- El evangelio de Dios es el corazón de las misiones.
- La obediencia de la fe es su tarea.
El Evangelio de Dios
El propósito de las misiones es que aquellos que nunca han oído de Cristo puedan ver y comprender. Esto se refiere al evangelio. El evangelio es el centro mismo de las misiones. Pablo escribe sobre su servicio misionero en Romanos 1:1, diciendo que fue “apartado para el evangelio de Dios”. Usa la misma frase en Romanos 15:16, diciendo que es “ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ministrando como sacerdote el evangelio de Dios”. Claramente, Pablo entiende su misión en términos del evangelio, y lo mismo deben hacer los misioneros hoy. El servicio misionero no es nada si no está centrado en el evangelio de Dios.
La palabra evangelio significa literalmente “buenas noticias”. En su carta, Pablo es específico sobre este evangelio. Explica que el evangelio es lo que fue prometido por medio de los profetas en las Escrituras (Romanos 1:2). En el centro de las misiones está Jesús, el Hijo de Dios, descendiente físico de David (Romanos 1:3-4), confirmado por el Espíritu Santo mediante el poder de Su resurrección de entre los muertos (Romanos 1:4).
El evangelio de la misión misionera fue prometido por los profetas en las Escrituras. A través de Isaías, el Señor Dios predijo la venida de un Mesías que proclamaría buenas noticias a los pobres (Isaías 61:1-2) y sería luz para las naciones, trayendo salvación hasta los confines de la tierra (Isaías 49:6). También las Escrituras anuncian que el Mesías sería un siervo sufriente (Isaías 53), el Señor que lleva el perdón en el nuevo pacto (Jeremías 31:31-34), el fiel y compasivo (Miqueas 7:18-20), la fuente purificadora (Zacarías 13:1) y el Sol de justicia que trae sanidad (Malaquías 4:2).
Todas estas promesas y más anuncian a Jesús, el Hijo de Dios, descendiente de David, quien murió por nuestros pecados y resucitó para darnos vida (2 Corintios 5:15; Apocalipsis 1:18).
“con respecto a Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder conforme al Espíritu de santidad por Su resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 1:3-4, NBLA).
El evangelio trata de Jesucristo, nuestro Señor, el Hijo divino de Dios, un hombre, descendiente de David, que murió por nosotros, pero que fue resucitado por el poder del Espíritu Santo, cumpliendo la promesa del evangelio. Este evangelio es el corazón de la misión misionera.
La Obediencia de la Fe
La obediencia de la fe es la obra del evangelio. En Romanos 1:5 y Romanos 15:18, Pablo nos dice que la tarea de las misiones es llevar a la obediencia de la fe.
La salvación es la obra de Dios, no del hombre. Somos hechos justos por la obediencia de Cristo, no la nuestra (Romanos 5:19). Por eso, algunos eruditos prefieren traducir la frase griega original como “obediencia que resulta de la fe”, “obediencia requerida por la fe” o “respuesta apropiada de la fe”. En armonía con la enseñanza bíblica de que somos salvos por gracia mediante la fe, y no por obras (Efesios 2:8-9), debemos entender la obediencia de la fe como el resultado o respuesta adecuada al don de la fe, demostrando con nuestras acciones un corazón transformado por Cristo (Hechos 26:20).
Pablo dice que su parte en llevar a la obediencia de la fe es por la palabra y por la obra (Romanos 15:18). Enseñó y modeló una vida centrada en el evangelio y en la obediencia a Cristo. Los misioneros deben hacer lo mismo: llevar a la obediencia de la fe mediante su predicación y su vida.
Resumen
La misión misionera, según la Palabra de Dios, es:
“para llevar a la obediencia de la fe a todas las naciones por causa de Su nombre, comenzando donde Cristo no ha sido anunciado, para que vean los que no habían tenido noticia de Él, y los que no habían oído, comprendan; para la gloria de Dios” (Romanos 1:5; 15:20-21, NBLA).
En este artículo, hemos visto cómo el evangelio de Dios y la obediencia de la fe están en el corazón de la misión misionera. En el próximo artículo, responderemos a la pregunta: ¿Quién es un misionero?