¿Enseña el Antiguo Testamento que la salvación es por obras? Algunas personas piensan que sí. Sin embargo, vemos lo contrario cuando examinamos las Escrituras. La salvación siempre ha sido por fe, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

El apóstol Pablo responde esta pregunta directamente en Romanos, capítulo 4. Al explicar la justificación por fe, Pablo utiliza a dos figuras clave del Antiguo Testamento: Abraham y David. Primero, menciona a Abraham citando Génesis 15:6, donde dice: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.” Pablo llama a Abraham impío de acuerdo con Josué 24:2, donde el autor de Josué lo describe como un idólatra. Entonces, basado en Génesis 15:6, Pablo argumenta que Abraham era un impío que fue hecho justo, no por sus obras, sino por su fe en Dios.

Luego, Pablo menciona a David. Algunos podrían suponer que David fue salvo por su obediencia a la ley, pero en Romanos 4:6–8, Pablo deja claro que la justicia de David también vino por fe. David confió en que Dios lo salvaría a pesar de su pecado. Esto demuestra que tanto Abraham, quien vivió antes de la ley, como David, quien vivió bajo la ley, fueron salvos de la misma manera: por fe en las promesas de Dios.

Ahora, la justificación por fe no es un invento del apóstol Pablo. El Antiguo Testamento mismo enseña esta verdad, como ya vimos en Génesis 15:6 con Abraham. Uno de los ejemplos más claros es Habacuc 2:4, donde dice: “El justo por su fe vivirá.” Este versículo es tan importante que se cita varias veces en el Nuevo Testamento: en Romanos 1:17, Gálatas 3:11 y Hebreos 10:38. En el contexto de Habacuc, Judá había violado la ley de Dios y el juicio de Dios era cercano. Sin embargo, incluso en medio de este juicio, Dios promete que aquellos que confían en Él vivirán. La única esperanza de Judá era la fe en Dios, no sus propias obras.

Algunas personas piensan erróneamente que el pacto mosaico, que incluye la ley, introdujo un sistema de salvación por obras en Israel. Pero eso no es cierto. La ley fue dada después de que Dios redimió a Israel de Egipto, no como una forma de ganar la salvación, sino como una manera de que el pueblo de Dios respondiera a Su gracia. Éxodo 19:4 nos recuerda que Dios salvó a Su pueblo primero, diciendo: “Ustedes han visto lo que hice con Egipto, cómo los llevé sobre alas de águila y los traje hacia mí.”

Hebreos 11 confirma que la salvación en el Antiguo Testamento siempre fue por fe. Este capítulo enumera varias personas del Antiguo Testamento que agradaron a Dios por su fe. El sacrificio de Abel fue aceptado por su fe. Noé se convirtió en heredero de la justicia de Dios al confiar en Él y construir el arca. Abraham obedeció porque confió en las promesas de Dios. Incluso Rahab, cuya vida como prostituta la habría descalificado por sus obras, fue salvada por fe. Una y otra vez, la Biblia enfatiza que estas personas fueron salvadas porque confiaron en Dios, no porque hicieron buenas obras delante de Él.

¿Enseña, entonces, el Antiguo Testamento que la salvación es por obras? De acuerdo con el testimonio de las Escrituras, la respuesta es claramente no. La salvación, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, es por fe. Las obras no se consideran la base ni el fundamento de la salvación en ninguno de los dos testamentos. Hay una sola manera de salvación en ambos: la fe en el Dios que promete salvar a su pueblo.